miércoles, 31 de octubre de 2007

Cinismo interior

Todos estaremos de acuerdo en que el nivel de felicidad de tu vida está directamente relacionado con el nivel de exigencia que te plantees (ya sabéis eso de que cada uno se conforma con lo que quiere). Está claro que, aunque nuestra vida no sea del todo idílica, seremos mucho más felices si pensamos "oye, esto que tengo está bastante bien. De hecho, podría ser mucho peor...".
Pues bien, no todo es tan bonito. Esta (en principio inocente) inyección de autoestima, puede desembocar en un grave problema de soberbia cuando, en lugar de valorar un poco mejor lo que tenemos, pensamos que somos el centro del mundo (quién de nosotros no conoce a alguien que, pese a no resultar particularmente gracioso, insiste en hacer siempre la gracia para sentirse el centro de atención, o a alguien que va conduciendo su Twingo como si estuviera al volante de un fórmula uno...).
Como punto de partida, estas situaciones se plantean como un problema con dos posibles soluciones:
1) La persona en cuestión se da cuenta por sí misma de que no es tan graciosa o de que su coche no corre tanto como piensan. Al fin y al cabo, esta es la situación menos traumática, ya que es la propia persona la que reflexiona las cosas y lo hace poco a poco, ahorrándose un buen disgusto.
2) Alguien, harto de aguantar tonterías, le pone las cosas claras. Esta opción es mucho más brusca y radical y, normalmente, suele dejar echa polvo a la persona que recibe el comentario.
Pues bien, yo me quería centrar en la segunda de las posibles soluciones.
Por suerte o por desgracia, hay veces que te sientes atrapado en situaciones como estas. Por regla general solemos esperar a que la persona en cuestión alcance su propio desencanto pero no siempre puede ser así...
En algunas ocasiones no sólo te duele ver a la persona comportarse así, sino que afecta directamente sobre tu propia vida. Se plantea entonces el dilema de hasta dónde hay que aguantar antes de poner las cosas claras a dicha persona.
Realmente es una situación jodida, ya que no puedes poner a la persona en su sitio sin herir sus sentimientos, ya que a todo el mundo le duele que le destruyas un mundo ideal que ha ido construyendo en su imaginación hasta el punto de acabar creyéndolo, pese a que sepa que nunca ha sido real... (si yo me he acabado creyendo que soy Alonso al volante de mi Twingo, seguramente me duela que un mercedes me haga las luces en la autovía mientras piensa "apártate, coño, que no vas tan rápido como piensas").
Sinceramente, no puedo hablar más del tema sin herir a nadie, así que dejaré el resto en el aire...
Únicamente añadiré una gran frase:
"Vive tu fantasía, pero no olvides tu realidad"

martes, 30 de octubre de 2007

Gritando en silencio... (¿y ahora qué?)

Ahora que la vida pasa sin disimular,
ahora y siempre que el fracaso es algo que está por llegar.
Ahora que la luna no me hace coros al cantar,
ahora que abrazo a mi guitarra antes que a la soledad.
Voy pasando por la vida como pasas por mi cama,
aprisa y sin destino mientras mi saliva estalla
y solo hace prosas que hagan versos y versos que hagan soledad,
me enveneno por las noches cuando no quiero pensar.

Ahora que no lloro en los sueños y tu lloras por no soñar,
ahora que son esos sueños los que no se hacen realidad.
Ahora que el futuro es algo que quiero olvidar,
ahora que amor es pasado y el pasado está de mas.
Voy pasando por la vida como pasas por mi cama,
aprisa y sin destino mientras mi saliva estalla
y solo hago prosas que hagan versos y versos que hagan soledad,
me enveneno por las noches cuando no quiero pensar
que voy pasando por la vida como pasas por mi cama,
aprisa y sin quedarte, ¡mierda!, no puedo olvidarte.
Y solo hago prosas que hagan versos y versos que hagan soledad,
me enveneno por las noches, cuando no quiero pensar.

Ahora que la vida a veces me da la espalda,
ahora que si pierdo el rumbo es detrás de una falda,
ahora que siete y siete son trece,
ahora que al mirar atrás tan solo me escuece...
Cuando pierda la cabeza por los ojos de una gata,
cuando se hunda mi fragata y yo no sepa nadar,
cuando la lluvia no me mojaba y a ti solo te mojaba yo...
Ahora que gritamos y casi nadie escucha,
ahora que el silencio lo dice casi todo... ¡¡¿¿Y AHORA QUÉ??!!

Sigo echándole huevos a lo que quede de destino:
voy por donde quieras pero márcame el camino.
Y cuando esté triste, evítame pensar:
dame lo que quieras pero ayúdame a olvidar.
Y cuando venga mi suerte pa perseguirme en su ruleta
yo la llevo hasta tus brazos pa que naufrague en tus tetas,
que haces daño como nadie y escueces como ninguna,
mas por ti paso las horas malcomiendo o en ayunas...

lunes, 22 de octubre de 2007

Legitimidad

Pequeña sugerencia para la reflexión:
¿Puede llegar un punto en el que, harto de defenderte de las embestidas deliberadas de alguien, se justifique el propio ataque como respuesta?

sábado, 20 de octubre de 2007

Karma

Resulta cuanto menos extraño, pero últimamente estoy coqueteando con el karma. Ya sabéis, es aquella teoría que dice que si haces el bien, te ocurren cosas buenas y si haces el mal, lo pasarás chungo... Al fin y al cabo, es una de las variantes del famoso “el tiempo pone a cada cual en su lugar”.
Los que compartís mi vida, sabéis que siempre he procurado hacer cosas buenas sin esperar nada a cambio, incluso llegando a sacrificar mi bienestar personal en pro del de otra persona. Pues bien, tonteando con este nuevo punto de vista, encontramos una nueva percepción mucho más alentadora: cuando te pasa algo bueno, tienes la reconfortante sensación de que no te ha caído del cielo, sino que te lo has ganado; y sucede lo mismo al contrario: cuando haces algo bueno sientes, en lugar de que puede caer en saco roto, que volverá a ti en forma de recompensa.
En cierto modo puede parecer un enfoque egoísta y quizá lo sea, pero en mi opinión no puede dejar de estar enmarcado dentro de la filantropía ya que, aunque “esperes” recibir algo a cambio, siempre partes de la base de hacer algo bueno...
Curiosamente, no fue el lado “bueno” el que me hizo plantearme esa opción, sino el lado “malo”. Fue una noche cuando, cansado de pensar en el daño que recibía de otras personas, decidí ver una capítulo de una serie llamada “Me llamo Earl” (gracias Nere). En ella, un chorizo vulgar guía sus acciones basándose en el karma, todo en clave de humor por supuesto.
Hasta ese momento, yo sufría pensando que no era justo dar lo mejor de ti a alguien y que te lo pague con dolor. Pues bien, esa noche pasó por mi mente una nueva idea: pensé en el daño que me hacía la otra persona y al mismo tiempo me daba cuenta de cómo se volvía contra ella de mil formas diferentes. Fue en ese momento cuando me di cuenta de que a mí me va todo genial el problema no era cómo actuaba yo, sino hacia dónde enfocaba mis “buenas acciones”.
Creo que he descubierto, a base de ver a la otra persona cagándola una y otra vez, que no soy yo el que estaba equivocado. Por eso, últimamente cuando recibo una de esas habituales cagadas o veo una de los golpes que da la vida a los demás, no puedo evitar una leve sonrisa cargada no de superioridad sobre la otra persona, sino de compasión...
Quizá sea una simple casualidad, quizá sea el destino, quizá el karma exista o quizá sean cosas completamente independientes..., pero, al fin y al cabo, siempre resulta bonito creer en la magia y el destino.

jueves, 18 de octubre de 2007

Quiero...

Hoy aprovecharé el blog para haceros llegar un texto de Jorge Bucay titulado "Quiero".
Espero que os guste y, si os interesa, lo tengo en MP3 recitado por él mismo.

Quiero que me oigas, sin juzgarme.
Quiero que opines, sin aconsejarme.
Quiero que confíes en mí, sin exigirme.
Quiero que me ayudes, sin intentar decidir por mí.
Quiero que me cuides, sin anularme.
Quiero que me mires, sin proyectar tus cosas en mí.
Quiero que me abraces, sin asfixiarme.
Quiero que me animes, sin empujarme.
Quiero que me sostengas, sin hacerte cargo de mí.
Quiero que me protejas, sin mentiras.
Quiero que te acerques, sin invadirme.
Quiero que conozcas las cosas mías que más te disgusten,
que las aceptes y no pretendas cambiarlas.
Quiero que sepas, que hoy,
hoy podés contar conmigo.
Sin condiciones.