domingo, 30 de septiembre de 2007

Sacrificios

¿Qué estaríamos dispuestos a sacrificar por un/a novio/a?¿Cuánto vale para nosotros un amigo?
No, no es la típica pregunta retórica que se salda con la cínica respuesta de "cualquier cosa". Me refiero a qué estaríamos dispuestos a ofrecer de verdad...
Es curioso, pero la mayoría de personas nunca nos hemos planteado realmente este dilema porque dábamos por supuesta la respuesta.
Está claro que por ellos haríamos cualquier cosa que no supusiera un gran inconveniente para nosotros, al igual que (a los tontos nos gusta pensar así) haríamos por cualquier otra persona que necesitara de nuestra ayuda.
Ahora bien, ¿qué pasa cuando sus intereses y los nuestros chocan frontalmente? Ah amigo, ahí tenemos un problema... Y no hablo de ir a echar una mano en una mudanza cuando estamos en casa agustito y no nos apetece cargar muebles, hablo de cuando el sacrificio es renunciar una buena oportunidad en la vida, o llorar de rabia por algo. Para mí, ese es el verdadero sacrificio.
Estoy seguro de que más de uno ha visto morir una relación especial con una persona (sea amigo o pareja) por no estar dispuesto a pagar el precio que esa relación supone. Hay muchos precios, dependiendo de la relación: unas piden dedicación exclusiva (todos conocemos el caso de algún novi@ en extremo celoso), otras piden simplemente no recibir más puñaladas de las estrictamente necesarias. Y, por suerte o por desgracia, no siempre podemos o queremos pagar ese precio, por alto o bajo que sea.
Ahora veámoslo desde el punto de vista contrario: ¿cuántos de nosotros estaríamos dispuestos incluso a renunciar a esa persona a la que tanto queremos, por saber que estando a su lado le estamos haciendo daño? Y más aún, ¿alguno sería capaz, después de apartarla, de comerse las ganas de volver a verla? Difícil respuesta...
Quizá sea romántico en exceso, pero creo que el máximo nivel del amor (en el sentido amplio de la palabra) es aquel en el que eres capaz de renunciar a tu bienestar personal en favor del de otra persona.
Ahora viene la ironía del asunto: aunque sepas lo mucho que quieres a esa persona en el momento de apartarla, ella seguramente nunca llegará a entenderlo y no sólo eso, sino que lo más probable es que te odie por hacerlo.
¿Y pensabas que eso era todo? No, señor. Ahí es cuando entramos en el momento realmente jodido: en el que te das cuenta de que eras feliz a su lado, de que una de las personas a las que más quieres en tu vida te odia por algo que haces por su bien, y de que nunca volverá a ser lo mismo... Es cuando te sientes solo y empiezas a dudar de si has hecho bien, si realmente sientes lo que crees que sientes, si esa era la mejor solución. Y no sólo eso, sino que aunque estés completamente seguro de que eso es lo mejor, nunca te sentirás bien porque no sólo has hecho daño a esa persona tan importante sino que, al mismo tiempo, ya no la tienes a tu lado para ayudarte en estos momentos...
Sinceramente, me gustaría poder acabar este "artículo" con algún consejo final, un párrafo que cerrara el tema o algún tipo de conclusión, pero si realmente supiera cómo poner fin a esto, estoy seguro de que no hubiera sentido la necesidad de escribir sobre ello...

jueves, 27 de septiembre de 2007

Pura vida

Tiempo para el relax, la reflexión y el asentamiento personal...
Hoy he vuelto a uno de mis rincones especiales: los jardines de Monforte. Para los que no hayais ido, diré que es una especie de "mundo aparte" en plena Valencia: unos jardines preciosos, donde puedes estar horas escuchando únicamente el canto de los pájaros y el ruido de los gatos correteando aquí y allá.
Hacía mucho tiempo que no iba, pero lo realmente importante ha sido que hoy he ido sólo por primera vez y he estado cerca de dos horas allí: he comido, he dado parte de mi bocata a los gatos, me he entretenido viéndolos moverse, he leído un buen libro... Pero sobretodo (y realmente sin buscarlo ni esperarlo) he ido notando como una tremenda paz se adueñaba de mí al sentir únicamente el sol en mi cara y el sonido del viento.
Ha sido algo curioso, la verdad. He salido de allí muy tranquilo, sintiendo lo que una compi de clase llamaría "pura vida" y con un sólo pensamiento en la cabeza: déjalo fluir...
No sabría cómo explicarlo, pero en ese ambiente casi irreal para estar dentro de una ciudad, he sentido como si mi vida fuera un río que lucha por avanzar y al que es imposible ponerle freno. Echando la vista atrás me he dado cuenta de que me he empeñado una y otra vez en intentar reconducirlo al que quizá no sea mal camino, pero seguro que no es el más indicado, cuando realmente lo importante es dejar que la vida fluya por sí misma y preocuparse únicamente de disfrutar el camino al máximo.

Y por la noche, un nuevo intento desde fuera para hacer que intente reconducir mi río...
Sinceramente, me siento orgulloso de mi respuesta, ya que sido capaz de responder sin verme influenciado para nada por mis recuerdos o por preocuparme por quien realmente no quiere que se preocupen por él... He sido capaz de darme cuenta de la situación real desde un punto de vista objetivo, ver mis opciones y reafirmarme en la decisión que tanto me costó tomar, pero esta vez sin sufrir por ello como he hecho siempre. Supongo que ya iba siendo hora de que esto pasara y, asimismo, espero que sea la última incursión destructiva en mi universo personal.
En cuanto a esas incursiones que tanto daño hacen, sigo sin entenderlas demasiado. Siempre he pensado que, como decía alguna corriente filosófica de cuyo nombre no quiero acordarme, el ser humano es bueno por naturaleza (aunque muchas veces lo haya pasado mal por confiar en la gente). En todo el tiempo que llevo intentando comprender esos "proyectos de invasión mental", sólo he llegado a dos explicaciones posibles: o están basadas en la malicia (cosa que queda descartada por lo de que todos somos buenos) o que se es muy tonto (lo que no es viable porque por muy tonto que sea uno, es imposible no darse cuenta de ciertas cosas).
Dado que ninguna de mis dos posibles explicaciones tenía una mínima consistencia, acabé por pensar que no existía solución razonable para mi pregunta. Sin embargo, hoy mi amigo Jaume me ha aportado una tercera solución que creo que es la más acertada, aunque no creo que sea propio mencionarla aquí...

Bueno, el caso es que tanto la tarde como la noche han hecho que recupere unos importantes puntos de paz interior que espero no volver a perder nunca.
La paz con uno mismo, la autoafirmación de saber que has solucionado algo pendiente que no dejaba de torturarte... A partir de hoy, creo estar de nuevo preparado para la lucha.
No puedo evitar recordar aquella canción de extremoduro que decía "Y verás de nuevo el resurgir poderoso del guerrero, sin miedo a leyes o a nostalgias, y lo verás caer una y mil veces y levantarse de nuevo sin más bandera que sus huevos".
Han sido dos meses de duro sufrimiento, pero creo que hoy han llegado a su fin.
A todos los que me habeis ayudado con vuestro apoyo, vuestros besos, vuestras caricias, vuestros abrazos o simplemente con vuestra presencia, gracias.
Y los que habeis intentado hundirme... a vosotros nada. ¡Verme en pie ya es suficiente castigo para vosotros!

viernes, 21 de septiembre de 2007

Un buen día...

Hoy ha sido un buen día, de esos que te hacen sentir bien.
Por la mañana un buen almuerzo en buena compañía, aprovechando la mañana.
Por la tarde mi primera reunión oficial como entrenador en la universidad, donde por primera vez me he sentido alguien "importante".
Después de un café de dos horas con "mi jefa", de tú a tú, una reunión de principio de temporada en la que puedes sentir el calor y la ilusión de la gente que te rodea...
Para terminar el día he dirigido un entrenamiento de esos que salen genial, con la gente trabajando con intensidad y ganas, y de los que se nota que disfrutan entrenando. Y por si fuera poco con esa sensación, la satisfacción de que toda una seleccionadora nacional te felicite por el entrenamiento...
La única posible pega del día hubiera sido que se me jodió mi plan para ir a Huelva a pasar unos días con Silvia después del puente de octubre, pero ha servido para poder adelantarlo una semana, así que no tendré que esperar tanto para volver a verla. Finalmente, estaré del 1 al 15 de octubre en Huelva con ella...
En fin, un día genial.
Aunque ya verás como llega alguien y lo jode...

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Valor

En esta vida existen muchas clases de valor, no sólo el de John Wayne y el que sirve para salvar al mundo.
A veces se necesita mucho más valor para decir lo que se piensa, para seguir el instinto o para abrir tu corazón y decirle a alguien lo que sientes de verdad. ¡Deberían dar una medalla por ello!
También se necesita mucho coraje para vivir después de cometer un error, pasar por ello y volver a empezar. Hay muchas clases de valor...
Eh! Cuando miremos a alguien que tengamos al lado en el metro o en el supermercado, hagámoslo de otra manera. ¿Quién sabe? Tal vez estemos al lado de un héroe...

Cinco días

Cinco días sin escribir...
Quizá pueda parecer desgana, o que he estado ocupado en otras cosas, o algo así. Pero no.
Han sido cinco días de esos en los que se te pasan por la cabeza mil cosas (ninguna de ellas buena) y se te ocurren muchas cosas que escribir, resuenan en tus oídos mil letras que poder transcribir o recuerdas mil poemas que copiar aquí...
Miles de minutos perdidos, en su gran mayoría, pensando idioteces.
Pero bueno, hoy es otro día. Hoy estoy feliz con el mundo. Hoy he dicho "nunca más" al dolor voluntario sin posibilidad de redención, al triste sufrimiento cotidiano.
Llevo cinco días recordando canciones capaces de derramar lágrimas, de hacer sufrir, pero hoy soy feliz porque al fin, desde lo más profundo de mi alma, escucho un susurro que me dice "no merece la pena".
Me siento en paz conmigo mismo y, por primera vez en mi vida, tengo la sensación de que es el resto del mundo el que me debe algo a mí, no yo a él. A partir de hoy, ya no volveré a ser el idiota que se pasa las noches corriendo, en busca del sol.
Hoy he dado el paso de eliminar de mi vida nicks que me sobrecojan el corazón, tentativas de amarga comunicación y tortuosas ambigüedades...
Cinco días para llegar a este punto... Y ojalá cinco años así!!

Sigo aquí, esquivo la soledad;
A veces me va bien, a veces voy fatal
¿qué te puedo decir si lo mío es soñar (cantar)?
Sigo cerrando todos los bares
Y me escondo en los portales
Ya no malgasto noches junto a ti
Ya no suelo hacer promesas
Que luego nunca acabo por cumplir

Ya no me quedan versos para ti.


Es simple: matar o morir (o ambas cosas a la vez)

PD: Una sonrisa al rechazar las llamadas. Amarga, pero una sonrisa al fin y al cabo.
Y como fondo, tan sólo la desidia...

viernes, 14 de septiembre de 2007

Sucede...

Probablemente muchos ya lo conozcáis, pero últimamente me siento tan identificado con este poema que me gustaría copiarlo aquí... Se trata de "Walking around", de Pablo Neruda:

Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.

El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.

Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío.

No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,

vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tapias mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.

No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.

Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.

Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.

Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.

PD: Me alegra que días como el de hoy jodan al 99% de la humanidad...

Al cantar me duele el corazón...

¿Sabes esos momentos en los que sientes la necesidad de desahogarte, pero no sabes qué decir? Suelen aparecer cuando te sientes mal por algo que tú mismo esperas que ocurra... Pues bien, hoy es uno de esos momentos.
Hoy es uno de esos días en los que te levantas de la cama, te asomas a la ventana y ves un tiempo de mierda, con el cielo tan lleno de nubes como tu propio interior. Esos días en los que por tu mente sólo pasan canciones tristes que se encargan de hundirte un poco más. Esos días en los que te sientes tan solo que no tienes fuerzas ni para esquivar tu propia soledad. Esos días en los que preguntas cosas que no quieres saber, en los que buscas respuestas que no existen, en los que toda tu maldita existencia se convierte en una pregunta sin respuesta. Esos días en los que la impotencia es tan fuerte que bloquea incluso la rabia y las ganas de gritar...
¿Qué hacer en uno de estos días? Creo que las palabras más acertadas son las de mi hermana pequeña: sobremorir a la reticencia.

A todos aquellos que teneis un día "normal" os pediré dos simples cosas: valoradlo y, sobretodo, DISFRUTADLO

jueves, 13 de septiembre de 2007

Recuperando viejas costumbres

El sano hábito de lectura, la escritura como medio de expresión (válvula de escape), la puta manía de darse cabezazos contra las paredes... Son costumbres que, si bien parecían olvidadas por una razón u otra, hoy vuelven de nuevo a mi vida.
La lectura siempre fue uno de mis vicios, relegado muy a mi pesar a un segundo plano por la falta de tiempo libre.
La escritura se vio sustituida por la perniciosa costumbre de compartir pensamientos con gente que, salvando escasas pero muy honrosas excepciones, ofrece menos respuestas que el propio folio en blanco.
En cuanto a lo de dar cabezazos en las paredes... Ah! Ese ya es otro tema...
Responde a la incomprensible necesidad de elegir batallas perdidas de antemano, perderlas, torturarte por no haberlas ganado, lograr olvidarlas y al cabo de dos días volver a combatir hasta ser derrotado de nuevo.
Debe ser algún extraño caso de adicción al fracaso: esa droga que destroza a la gente pero aún así, a algunos idiotas nos deja con ganas de repetir...
Es como una puerta. Una puerta por la que intentamos entrar una y otra vez pero que a cada intento se va haciendo más y más pequeña.
Y silencio. Silencio interrumpido únicamente por el sonido del dolor de tu propia impotencia, aplastándote por no lograr entrar... Y de fondo, una risa ensordecedora que se clava dentro de tu cabeza, una risa que parece disfrutar recordándote no sólo que nunca podrás entrar por ella, sino lo imbécil que eres por intentarlo.
¿Por qué no olvidar la puerta? Quizá sea por la maldita adicción al fracaso, quizá por la vana esperanza de conseguir entrar algún día, o tal vez por el irrefrenable deseo de seguir luchando por causas perdidas que, al fin y al cabo, siempre fueron mis favoritas...
Al fin y al cabo, entre el príncipe azul de los cuentos de hadas que, montado en su blanco corcel, va en busca de un dragón contra el que luchar y el idiota al que le gusta enfrentarse a sí mismo aún sabiendo que va a perder, ¿qué diferencia hay?
Ah sí, se me olvidaba: los cuentos de hadas tienen finales felices...

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Quería que mi primera entrada estuviera dedicada para un día muy importante en la vida de alguien muy especial para mí: va por ti, Silvia.
Hoy, a las siete de la mañana, ha salido de entre mis brazos hacia Huelva, donde jugará a baloncesto durante la próxima temporada. Sé que es una buena oportunidad de mejorar y me alegro mucho por ella, pero no pude evitar sentirme triste al ver cómo se marchaba... Además, como todos habéis notado, no sólo mi corazón está gris desde entonces, sino que el mismo cielo se ha encargado de procurar un marco ideal para una despedida tan triste...
No puedo dejar pasar esta oportunidad para recordarle lo agradecido que estoy por su apoyo durante estas últimas semanas, sus abrazos, sus mimos, sus caricias en los momentos en los que más los he necesitado.
También quiero discuparme porque hoy te he mentido: te dije que no, pero sí que he llorado al verte marchar, aunque haya sido cuando iba junto a ti en la moto, con el casco puesto para que no me pudieras ver...
Creo que ya sólo cabe recordar lo que ambos sabemos: eres alguien muy especial para mí y me gustaría que siempre estuvieras a mi lado, por muy lejos que estés. Gracias por todo, preciosa

Cómo empezar...

Hoy me he decidido a crear mi blog, en parte animado al ver el de mi amigo Raúl (gracias, Rul). Siempre he tenido tendencia a hacer cosas parecidas, pero hoy me he decidido a compartirlas con alguien más que mi propia soledad.
Realmente no sé en qué acabará esto: no sé si lo utilizaré a menudo, si me olvidaré de él a las dos semanas, si a la gente le gustará y me pedirá que siga escribiendo... Hoy por hoy, lo único que sé es cómo empieza: como medio a través del cual descargar mis desvaríos sin tener que molestar a nadie para que los escuche. En cierto modo, como dice el título, son palabras en el viento...
Supongo que espero que os guste a todos vosotros, aquellos para quien soy un poquito especial y quizá incluso alguien importante en vuestras vidas, pero realmente parto en este viaje con la idea de una larga marcha solitaria aunque llena de historias que poder contar...
Imagino que a algunos os parecerá aburrido, a otros cursi, algunos os mostraréis indiferentes e incluso habrá alguien a quien le disguste lo que escriba, pero sinceramente este blog no va dedicado para esa gente, sino para quien de verdad esté interesado en mi batalla cotidiana.

A todos vosotros, un abrazo enorme.

PD: Con todo esto no quiero decir que me olvide de todas esas personas a las que quiero, ya que estaré encantado de leer vuestros comentarios sobre lo que escribo ya sea aquí, por correo o en el messenger. De hecho, estoy segurísimo que esos comentarios me animarán a seguir escribiendo durante mucho más tiempo...