Nunca me gustaron las típicas conversaciones navideñas en las que se pregunta cómo está todo el mundo, cómo ha ido el año, etc. La de hoy fue peor, porque fui yo quien cogió el teléfono y tuve que morderme la lengua para no preguntar por ti.
Estoy tan cansado de esta situación, pero te sigo queriendo tanto...
Ya no sé qué hacer para olvidarte, ni sé lo que daría por volver a escucharte
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