Su herida golpead de vez en cuando, no dejadla jamás que cicatrice:
que arroje sangre fresca a su dolor, y eterno viva en su raíz el llanto.
Si se arranca a volar, gritadle a voces su culpa: ¡qué recuerde!
Si en su palabra crecen flores nuevamente, arrojad pellas de barro puro al rostro;
Pisad su savia roja. Talad, talad, que no descuelle el corazón de música oprimida.
Si hay un hombre que tiene el corazón de viento,
llenádselo de piedras y hundidle la rodilla sobre el pecho.
"Te juzgarán sólo por tus errores (yo no)" - Extremoduro
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